Se ha identificado un gen que codifica un programa para el comportamiento colectivo de las abejas obreras. En el servicio de prensa de la Universidad Alemana de Dusseldorf. Heinrich Heine fue informado de que el proceso está controlado por el gen dsx, ya conocido por la ciencia, que desempeña un papel especial en el ADN de las abejas.
Los biólogos moleculares europeos han descubierto que el gen dsx, que en otros insectos se asocia con la determinación del sexo de la descendencia, desempeña un papel clave en la formación de neuronas asociadas con el programa de comportamiento colectivo de las abejas obreras. Comprender esto ayudará a los científicos a descubrir la historia del surgimiento del comportamiento social en los insectos, informó el servicio de prensa de la Universidad alemana de Dusseldorf. Heinrich Heine (HHU).
“A diferencia de los animales y las personas, las abejas no aprenden, sino que heredan, el repertorio de comportamiento y las funciones que realizan dentro de las colmenas. Hasta ahora no sabíamos exactamente cómo se codifica este programa de comportamiento inusualmente complejo. Descubrimos que todo esto está controlado por el gen dsx, ya conocido por la ciencia, que desempeña un papel especial en el ADN de las abejas”, explicó el profesor del HHU Martin Beye, cuyas palabras cita el servicio de prensa de la universidad.
El profesor Beye y sus colegas hicieron este descubrimiento mientras estudiaban qué secciones del ADN del genoma de las abejas desempeñan un papel importante en la formación de los llamados cuerpos en forma de hongo, una especie de “grandes hemisferios” del cerebro del insecto. En las abejas y otros insectos himenópteros colectivos, estas partes del sistema nervioso son inusualmente grandes, lo que puede estar asociado con el complejo comportamiento social de estas criaturas.
Para descubrir los mecanismos del crecimiento del cuerpo de los hongos, biólogos alemanes y sus colegas británicos rastrearon qué genes asociados con el desarrollo del sistema nervioso estaban activos en diferentes regiones del cerebro de las abejas. Para ello, los científicos cambiaron la estructura de estas secciones de ADN para que su activación provocara que las neuronas brillaran, y también introdujeron mutaciones en estos genes utilizando el editor de genoma “Nobel” CRISPR/Cas9 y rastrearon cómo tales “errores tipográficos” afectaban el comportamiento de abejas.
Los experimentos han demostrado que el gen dsx, que suele ser responsable de la determinación del sexo en las moscas de la fruta y otras especies de insectos no sociales, desempeñaba un papel clave en el funcionamiento del programa genético del comportamiento colectivo de las abejas. Las mutaciones en esta región del ADN en las abejas conducen al hecho de que las abejas obreras comienzan a mirar los panales con crías con la mitad de frecuencia y alimentan a las larvas con mucha menos frecuencia, mientras que los aspectos individuales del comportamiento de las abejas no cambian.
Según los investigadores, el desarrollo de estos fallos en el programa de comportamiento colectivo de las abejas estuvo acompañado de cambios significativos en la estructura de la parte del cuerpo del hongo que se encarga de integrar la información procedente de los diferentes sentidos. Los científicos esperan que el estudio posterior de estos cambios en la arquitectura de esta región del cerebro de la abeja ayude a revelar otros componentes genéticos de este programa de comportamiento, así como a estudiar sus raíces evolutivas.
En 2016, los científicos sugirieron una posibilidad similar. Siempre se ha creído que las abejas son colectivistas ideales, pero también existen conflictos en sus comunidades. Y los genes masculinos tienen la culpa de esto.
En las colmenas de abejas, los genes del padre y de la madre compiten entre sí. Como han demostrado los estudios, tras la muerte de la reina, algunos individuos interrumpen la comunicación con el equipo, quedan aislados e incluso ponen sus propios huevos. Otros, como antes, siguen trabajando en beneficio de los demás.
Los científicos intentaron explicar este fenómeno por la presencia de dos tipos de genes: el de la madre y el del padre. El “gen egoísta” se llama masculino. La reina recibe descendencia de muchos zánganos, que dotan a las abejas obreras de este gen “egoísta”, informa Rosbalt.