A finales del siglo XIX, sólo el 2% de la superficie del océano experimentaba temperaturas extremadamente altas, las llamadas “olas de calor”. En 2019, ya se observaron “olas de calor” en el 57% de la superficie del océano.
El año 2014 debe ser reconocido como el “punto sin retorno” para el estado del océano. Además, las “olas de calor” se convirtieron en la norma en el Atlántico Sur en 1998 y en el Océano Índico en 2007. La superficie oceánica expuesta a “olas de calor” ha aumentado más, 5,3 veces respecto al siglo pasado, en el Ártico, según un estudio realizado por científicos del Oceanario de la Bahía de Monterey (EE.UU.) en la revista PLOS Climate.
Otro problema es la aparición de “zonas de muerte” con bajos niveles de oxígeno en el Océano Pacífico Norte, según un artículo de la revista científica Science Advances. “Para nosotros era importante comprender hasta qué punto el cambio climático afecta la formación de ‘zonas muertas’ libres de oxígeno que destruyen el ecosistema y destruyen las fuentes de alimento para la vida marina”, explicó uno de los autores del trabajo, Karl Knudson.
Con el tiempo, las rocas sedimentarias se acumulan y se depositan en el fondo marino y los organismos que viven en estos sedimentos alteran su estructura, pero en los lugares donde se forman zonas libres de oxígeno la estructura se conserva, ya que no hay organismos vivos en ellas. La aparición de tales zonas no requiere necesariamente el proceso de derretimiento de los glaciares, sino más bien un período interglaciar cálido, como ahora.
No sólo el océano, sino también las zonas costeras se ven afectados por el cambio climático y los factores antropogénicos. Según un estudio de The Conversation, un equipo internacional de expertos, sólo alrededor del 16% de las regiones costeras del mundo se encuentran en condiciones relativamente buenas, y muchas están tan degradadas que no pueden restaurarse a su estado original. Muchas especies animales, incluidas las que migran, dependen de las costas para reproducirse, alimentarse y protegerse. En las zonas costeras también desembocan los ríos, los manglares intercambian nutrientes con el océano y se mantienen los flujos de marea. Los ecosistemas costeros son muy complejos y, una vez perdidos, probablemente sea imposible restaurarlos a su estado original.